La vida está llena de contradicciones pero las mejores son las que nos afectan a nosotros. El ser humano no puede ser más contradictorio.
Me encanta como las personas decimos una cosa, cuando nuestros actos nos dan a entender que queremos todo lo contrario. Muchas veces esto viene acompañado con el sentimiento de culpabilidad, no quieres hacer daño a alguien pero al final acabas haciéndolo mucho peor.
Pongamos el caso de que estás conociendo a alguien y ese alguien te promete el oro y el moro, aunque todavía no seáis nada serio, cuando pasan unos días se da cuenta de que ya no quiere seguir conociéndote ¿Qué hace el susodicho? Muy fácil te sigue diciendo cosas pero siempre busca excusas para no veros, CONTRADICCIÓN. Otro ejemplo, cuando conoces a una persona que ya tiene a su alguien pero aún así quiere conocerte también, CONTRADICCIÓN. Si ya tiene a alguien se supone que no tendría la necesidad de conocer a alguien más, sino es que la otra persona no le llega donde le tiene que llegar y por mucho autoengaño que se haga, sus acciones se lo demuestran.
Estamos rodeados por estas maravillosas contradicciones que hacen que nos volvamos locos, porque ya después entran en juego tus queridos pensamientos que en vez de ayudar, lo empeoran todo. Enfrentarnos a una contradicción no es nada fácil, pues recibes señales contradictorias, por lo que si te gusta mucho esa persona, te desquiciarás y acabarás por hacer alguna locura a la desesperada. O sino llegarás un punto en que mandarás todo a la mierda y al fin podrás descansar en paz.
Si te paras a pensar y notas que estás en medio de una contradicción, huye lo más rápido que puedas; si, por el contrario, estás metido hasta las rodillas en el barro, mucha suerte y avísame si puedes escapar indemne.
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