Llevaba tiempo sin que nadie le dijiese algo bonito y cursi, y mira que a ella lo cursi no le iba para nada. Lo mejor es que todavía no se había atrevido a decírselo, se jugaba mucho y no estaba preparada para soltarlo a la ligera.
Lo miró, sonrío para sí y volvió a sentir un cosquilleo en la boca del estómago. Lo iba a hacer. Muchas veces se había imaginado un gran escenario para ese momento, pero como va siendo habitual, la naturalidad hace los momentos mucho más especiales.
Cerró los ojos, saboreó el momento y cuando ya vio que se marchaba, llamó su atención con un "¡Ey!". Él se giró y ella le susurró....
"Tú también me encantas"
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