Sentían una presión en el pecho cuando se dieron cuenta de que se había vuelto a escapar. Pasaban las horas y por mucho que buscaron por todos los sitios más recónditos de la ciudad, no lo encontraron.
Los minutos seguían pasando, unos tras otros haciendo una carrera para poder llegar antes a la meta... ellos seguían buscando, por un lado, por el otro.
Al final dieron la búsqueda por perdida. Se fueron con las manos vacías y de repente, cuando más tristes estaban, volvieron a escuchar ese ladrido tan característico. Había vuelto sano y salvo a su querido hogar.
Respiraron tranquilos mientras esa angustia se desvaneció de golpe.
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