No entendía por qué de repente había decidido no dar señales de vida. Repasó por enésima vez si había hecho algo mal, pero seguía sin encontrar dónde estaba el fallo.
Se giró en la cama de nuevo.
La incomprensión le desconcertaba, pues si lo había conocido era por algo. Pero, y si ese algo, era solo una serie de casualidades que le volvía a llevar al principio.
La amiga Soledad volvió a acogerla entre sus brazos.
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