lunes, 25 de mayo de 2015

Experiencia

Era un 31 de Octubre, Halloween (esta fecha siempre me trae a alguien interesante, aunque en ese momento no le dí nada de importancia pues mi mente estaba a otra cosa). Nuestros intereses eran recíprocos por lo que comenzamos a hablar. Lo bueno de la aplicación es que solo te recomienda a gente que esté cerca o relativamente cerca de tí, pues bien este muchacho en el momento que le dí si que estaba en mi ciudad, pero después descubrí que vivía en Barcelona (creo que como sugerencia a los creadores de la aplicación le voy a recomendar que saquen un filtro para diferenciar entre residentes en tu ciudad y gente de paso). El mismo día que lo conocí volvía para su ciudad y, o nos veíamos ese mismo día o ya no tendríamos otra oportunidad, en ese momento yo solo estaba centrada en otra persona por lo que rechacé su oferta. Esa noche le conté a mi amiga que había conocido a un chico que quería quedar conmigo pero que vivía bastante lejos, adivinad quien había hablado también con él, si, si mi amiga y yo tenemos gustos parecidos. Así que yo con toda mi dignidad posible le comenté que con dos amigas a la vez no podía hablar, Él no entendió muy bien mi tono de burla , por lo que se lo tomó en serio y decidió dejarnos de hablar a las dos. Lo mejor es que yo no hice caso de ese mensaje y seguí hablándole tan normal. Con esta presentación no creía que esto llegaría a ningún sitio ¡Já! Que equivocada estaba.


Pasó un mes donde hubo muchas conversaciones de todas las clases y colores, y aunque seguía hablando con más gente, ninguno me terminaba de cuajar. Creía que la relación terminaría de existir pues hablar con una persona a través del móvil sin tener perspectiva de verlo en persona no es que sea un buen aliciente para seguirla, pero por cosas del destino o una tremenda casualidad nuestros caminos se cruzaron en Milán, si esa ciudad de Italia donde la moda es lo primero de la lista.
Así que resumiendo nos encontramos con que un muchacho de Barcelona se va a encontrar con una muchacha de Málaga en Milán una ciudad que no es de España (destino o casualidad, vosotros decidís).
Aunque habíamos hablado de la posibilidad de vernos, sabiendo que era muy remota, nunca creíamos que iba a ser de esa manera, pues yo iba a visitar a mi hermano que vivía allí y él tenía que estar en Milán por cuestiones de trabajo. Nuestras fechas solo coincidían un día, pero ese día sería la clave para resolver si lo que intuía podía ser cierto o solo producto de mi imaginación.

Nunca es bueno ir con expectativas a una primera cita pues casi nunca sale bien, por lo que yo iba mentalizada con conocerlo pero sin ninguna idea preconcebida en mi mente. Cuando lo ví por primera vez respiré aliviada porque se parecía al de las fotos a la vez que pensé “mierda, que no se te vaya de las manos”. Básicamente eso ocurrió, es muy difícil en el mundo en el que vivimos encontrar una conexión instantánea con una persona a la que no conoces, a lo largo de mi vida con todas las personas que he conocido, solo me ha ocurrido en tres ocasiones. Y ésta fue una de ellas.

Estuvimos hablando toda la noche, siempre teníamos conversación y aunque había algunos momentos de silencios, estos no eran incómodos ni desagradables es más me sentía cómoda con ellos cuando normalmente siempre necesitaba llenarlos. El destino o la casualidad quiso jugar otro papel fundamental y nos regaló dos días más para poder seguir conociéndonos.
Esos días los disfruté como una enana aunque también pensaba que si me dejaba llevar lo pasaría mal pero como soy masoca decidí dejarme llevar sin pensar en las consecuencias ni en la realidad.
El último día nos despedimos sin saber muy bien como seguiría esto, pues solo nos conocíamos de tres días y encima cada uno vivía en la otra punta del país (el destino o la casualidad es muy graciosa).


A la vuelta de mi fantástica aventura mis amigos me dieron un baño de realidad, puesto que yo venía con todo el cartucho de motivación cargado y podía que me diera un batacazo irremediable. Los impedimentos siempre estuvieron desde el principio pero como buena idealista que soy los ignoré por completo, que no vivía cerca mía, no pasa nada lo suplo con tener contacto con él a través del móvil, que no sé lo que hace en su día a día, no pasa nada hay que tener confianza en la persona y si te va a querer engañar lo puede hacer aquí o en Pekín, que puede que llegue un punto en que uno de los dos no aguante, esa idea ni se me pasaba por la cabeza.
Con estos pensamientos e ideales me embarqué en una aventura totalmente desconocida para los dos, pues nadie había tenido nunca una relación así. No nos considerábamos pareja ni mucho menos pues apenas nos conocíamos pero había un algo que era bastante especial. Después de nuestro encuentro en Milán quedamos dos veces más y cada cual más emocionante pues siempre que nos veíamos era como una primera cita. No le encontraba nada malo cuando estábamos juntos pero cuando volvía a mi casa lo echaba tanto de menos que no era normal para una persona que solo conocía de un par de días. Siempre se ha dicho que las relaciones a distancias son difíciles de mantener y más si nos estamos conociendo a través de ella, pero a mí me compensaba porque había alguien interesante por el que intentarlo.

Uno de los problemas de la distancia es que dependes totalmente de un móvil, ordenador u aparato que te pueda conectar con la otra persona, personalmente creo que antiguamente eran más felices sin tener tantos medios al su alcance, antes si querías ignorar a alguien lo hacías sin problemas y es más puede que la otra persona ajena a todo creyese que sino tenía noticias de su querido era porque se había perdido por el camino, nunca llegaba a pensar que el susodicho no quería ponerse en contacto. Ahora con lo llamado “whatsapp” ya nadie puede ignorar si que el otro lo sepa o peor aún haciéndolo adrede para que el otro se entere. Y si tenemos en cuenta que nuestra amiga la distancia es muy perversa, todo esto provoca que uno se desgaste.
En un mes la relación empezó a enrarecerse, todo el mundo me notaba que ya no estaba tan optimista como al principio. No es fácil intentar transmitir lo que uno siente por medio de un teclado o intentar hacer comprender a la otra persona como te sientes si no está a tu lado para entender como es tu día a día.

Mi último encuentro con él fue bastante extraño. Fui a Barcelona mentalizada de que iba a ser la última vez que lo viera, pues el día anterior habíamos tenido una conversación en la que Él me expresó sus dudas acerca de lo que estábamos teniendo. Nada más salir por la puerta de llegada lo ví, como siempre que lo veía un cosquilleo empezó a aparecer por mi estómago haciendo que mis habilidades motrices disminuyan a uno por ciento. Además no sabía muy bien que recibimiento me daría al verme. Me paré a su lado para ver que intención tenía y cuando se acercó para recibirme con un abrazo mi pequeña coraza se iba desmoronando, su olor me impregno quería captar cualquier mínimo detalle. Fue un reencuentro que yo veía constantemente en el aeropuerto y que envidiaba tener, por lo que me descoloqué un poco. Yo venía preparada para encontrarme a alguien frío que quisiese el mínimo contacto, no para alguien que si quisiese un contacto.

Los días fueron pasando y todo lo que me había imaginado que pasases no pasó (ya dije que llevar expectativas sean buenas o malos, no suelen salir como uno lo cree), todo fueron risas, gestos cariñosos, sueños interminables, cosas que todo el mundo querría pasar al lado de una persona. Mis sentimientos estaban desbordados pues por un lado me invadía una increíble nostalgia pero por el otro estaba feliz. Podíamos decir que tenía muchos sentimientos a flor de piel, cosa que pocas veces me ha ocurrido en mi vida.
No deja de sorprenderme que por una persona que conozco de muy, muy poco tiempo se convirtiera en alguien tan importante. Conexión es lo único que puedo pensar.


He leído muchos libros y he visto muchas películas para estar preparada para una despedida, pero dejadme que os diga que ni por asomo. Siempre es difícil decir adiós, pero este era un adiós con mucho miedo, pues es un adiós medio obligado y con dudas de que se pueda convertir en un “hasta luego”, fui mentalizada a ese viaje como mi última aventura pero claramente era un autoengaño, nada más pasar el control de seguridad esos sentimientos reprimidos salieron a borbotones de mis ojos. Me dieron pena los hombres que se sentaron al lado mía en el avión, pues no tuvo se un viaje agradable el tener a una llorona al lado.

Muchas personas no se embarcarían en una aventura que ya de por sí estaba avocada al fracaso, pero esas personas seguramente no habrían encontrado algo por lo que merecía la pena intentarlo.
No sé si lo que siento se puede considerar amor, pero si que ha sido algo muy único y que si el destino o la casualidad nos presentó puede que nuestros caminos sigan el mismo sendero.


En mi búsqueda sobre el amor he descubierto que éste puede aparecer de manera imprecisa, con una persona totalmente al azar y sin previo aviso. Pero el mejor consejo que puedo daros es que cuando entran en juego los sentimientos lo mejor es dejarse llevar.  

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