Era un 31 de Octubre, Halloween
(esta fecha siempre me trae a alguien interesante, aunque en ese
momento no le dí nada de importancia pues mi mente estaba a otra
cosa). Nuestros intereses eran recíprocos por lo que comenzamos a
hablar. Lo bueno de la aplicación es que solo te recomienda a gente
que esté cerca o relativamente cerca de tí, pues bien este muchacho
en el momento que le dí si que estaba en mi ciudad, pero después
descubrí que vivía en Barcelona (creo que como sugerencia a los
creadores de la aplicación le voy a recomendar que saquen un filtro
para diferenciar entre residentes en tu ciudad y gente de paso). El
mismo día que lo conocí volvía para su ciudad y, o nos veíamos
ese mismo día o ya no tendríamos otra oportunidad, en ese momento
yo solo estaba centrada en otra persona por lo que rechacé su
oferta. Esa noche le conté a mi amiga que había conocido a un chico
que quería quedar conmigo pero que vivía bastante lejos, adivinad
quien había hablado también con él, si, si mi amiga y yo tenemos
gustos parecidos. Así que yo con toda mi dignidad posible le comenté
que con dos amigas a la vez no podía hablar, Él no entendió muy
bien mi tono de burla , por lo que se lo tomó en serio y decidió
dejarnos de hablar a las dos. Lo mejor es que yo no hice caso de ese
mensaje y seguí hablándole tan normal. Con esta presentación no
creía que esto llegaría a ningún sitio ¡Já! Que equivocada
estaba.
Pasó un mes donde hubo muchas
conversaciones de todas las clases y colores, y aunque seguía
hablando con más gente, ninguno me terminaba de cuajar. Creía que
la relación terminaría de existir pues hablar con una persona a
través del móvil sin tener perspectiva de verlo en persona no es
que sea un buen aliciente para seguirla, pero por cosas del destino o
una tremenda casualidad nuestros caminos se cruzaron en Milán, si
esa ciudad de Italia donde la moda es lo primero de la lista.
Así que resumiendo nos
encontramos con que un muchacho de Barcelona se va a encontrar con
una muchacha de Málaga en Milán una ciudad que no es de España
(destino o casualidad, vosotros decidís).
Aunque habíamos hablado de la
posibilidad de vernos, sabiendo que era muy remota, nunca creíamos
que iba a ser de esa manera, pues yo iba a visitar a mi hermano que
vivía allí y él tenía que estar en Milán por cuestiones de
trabajo. Nuestras fechas solo coincidían un día, pero ese día
sería la clave para resolver si lo que intuía podía ser cierto o
solo producto de mi imaginación.
Nunca es bueno ir con
expectativas a una primera cita pues casi nunca sale bien, por lo que
yo iba mentalizada con conocerlo pero sin ninguna idea preconcebida
en mi mente. Cuando lo ví por primera vez respiré aliviada porque
se parecía al de las fotos a la vez que pensé “mierda, que no se
te vaya de las manos”. Básicamente eso ocurrió, es muy difícil
en el mundo en el que vivimos encontrar una conexión instantánea
con una persona a la que no conoces, a lo largo de mi vida con todas
las personas que he conocido, solo me ha ocurrido en tres ocasiones.
Y ésta fue una de ellas.
Estuvimos hablando toda la noche,
siempre teníamos conversación y aunque había algunos momentos de
silencios, estos no eran incómodos ni desagradables es más me
sentía cómoda con ellos cuando normalmente siempre necesitaba
llenarlos. El destino o la casualidad quiso jugar otro papel
fundamental y nos regaló dos días más para poder seguir
conociéndonos.
Esos días los disfruté como una
enana aunque también pensaba que si me dejaba llevar lo pasaría mal
pero como soy masoca decidí dejarme llevar sin pensar en las
consecuencias ni en la realidad.
El último día nos despedimos
sin saber muy bien como seguiría esto, pues solo nos conocíamos de
tres días y encima cada uno vivía en la otra punta del país (el
destino o la casualidad es muy graciosa).
A la vuelta de mi fantástica
aventura mis amigos me dieron un baño de realidad, puesto que yo
venía con todo el cartucho de motivación cargado y podía que me
diera un batacazo irremediable. Los impedimentos siempre estuvieron
desde el principio pero como buena idealista que soy los ignoré por
completo, que no vivía cerca mía, no pasa nada lo suplo con tener
contacto con él a través del móvil, que no sé lo que hace en su
día a día, no pasa nada hay que tener confianza en la persona y si
te va a querer engañar lo puede hacer aquí o en Pekín, que puede
que llegue un punto en que uno de los dos no aguante, esa idea ni se
me pasaba por la cabeza.
Con estos pensamientos e ideales
me embarqué en una aventura totalmente desconocida para los dos,
pues nadie había tenido nunca una relación así. No nos
considerábamos pareja ni mucho menos pues apenas nos conocíamos
pero había un algo que era bastante especial. Después de nuestro
encuentro en Milán quedamos dos veces más y cada cual más
emocionante pues siempre que nos veíamos era como una primera cita.
No le encontraba nada malo cuando estábamos juntos pero cuando
volvía a mi casa lo echaba tanto de menos que no era normal para una
persona que solo conocía de un par de días. Siempre se ha dicho que
las relaciones a distancias son difíciles de mantener y más si nos
estamos conociendo a través de ella, pero a mí me compensaba porque
había alguien interesante por el que intentarlo.
Uno de los problemas de la
distancia es que dependes totalmente de un móvil, ordenador u
aparato que te pueda conectar con la otra persona, personalmente creo
que antiguamente eran más felices sin tener tantos medios al su
alcance, antes si querías ignorar a alguien lo hacías sin problemas
y es más puede que la otra persona ajena a todo creyese que sino
tenía noticias de su querido era porque se había perdido por el
camino, nunca llegaba a pensar que el susodicho no quería ponerse en
contacto. Ahora con lo llamado “whatsapp” ya nadie puede ignorar
si que el otro lo sepa o peor aún haciéndolo adrede para que el
otro se entere. Y si tenemos en cuenta que nuestra amiga la distancia
es muy perversa, todo esto provoca que uno se desgaste.
En un mes la relación empezó a
enrarecerse, todo el mundo me notaba que ya no estaba tan optimista
como al principio. No es fácil intentar transmitir lo que uno siente
por medio de un teclado o intentar hacer comprender a la otra persona
como te sientes si no está a tu lado para entender como es tu día a
día.
Mi último encuentro con él fue
bastante extraño. Fui a Barcelona mentalizada de que iba a ser la
última vez que lo viera, pues el día anterior habíamos tenido una
conversación en la que Él me expresó sus dudas acerca de lo que
estábamos teniendo. Nada más salir por la puerta de llegada lo ví,
como siempre que lo veía un cosquilleo empezó a aparecer por mi
estómago haciendo que mis habilidades motrices disminuyan a uno por
ciento. Además no sabía muy bien que recibimiento me daría al
verme. Me paré a su lado para ver que intención tenía y cuando se
acercó para recibirme con un abrazo mi pequeña coraza se iba
desmoronando, su olor me impregno quería captar cualquier mínimo
detalle. Fue un reencuentro que yo veía constantemente en el
aeropuerto y que envidiaba tener, por lo que me descoloqué un poco.
Yo venía preparada para encontrarme a alguien frío que quisiese el
mínimo contacto, no para alguien que si quisiese un contacto.
Los días fueron pasando y todo
lo que me había imaginado que pasases no pasó (ya dije que llevar
expectativas sean buenas o malos, no suelen salir como uno lo cree),
todo fueron risas, gestos cariñosos, sueños interminables, cosas
que todo el mundo querría pasar al lado de una persona. Mis
sentimientos estaban desbordados pues por un lado me invadía una
increíble nostalgia pero por el otro estaba feliz. Podíamos decir
que tenía muchos sentimientos a flor de piel, cosa que pocas veces
me ha ocurrido en mi vida.
No deja de sorprenderme que por
una persona que conozco de muy, muy poco tiempo se convirtiera en
alguien tan importante. Conexión es lo único que puedo pensar.
He leído muchos libros y he
visto muchas películas para estar preparada para una despedida, pero
dejadme que os diga que ni por asomo. Siempre es difícil decir
adiós, pero este era un adiós con mucho miedo, pues es un adiós
medio obligado y con dudas de que se pueda convertir en un “hasta
luego”, fui mentalizada a ese viaje como mi última aventura pero
claramente era un autoengaño, nada más pasar el control de
seguridad esos sentimientos reprimidos salieron a borbotones de mis
ojos. Me dieron pena los hombres que se sentaron al lado mía en el
avión, pues no tuvo se un viaje agradable el tener a una llorona al
lado.
Muchas personas no se embarcarían
en una aventura que ya de por sí estaba avocada al fracaso, pero
esas personas seguramente no habrían encontrado algo por lo que
merecía la pena intentarlo.
No sé si lo que siento se puede
considerar amor, pero si que ha sido algo muy único y que si el
destino o la casualidad nos presentó puede que nuestros caminos
sigan el mismo sendero.
En mi búsqueda sobre el amor he
descubierto que éste puede aparecer de manera imprecisa, con una
persona totalmente al azar y sin previo aviso. Pero el mejor consejo
que puedo daros es que cuando entran en juego los sentimientos lo
mejor es dejarse llevar.
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